En la carta a García se hace un llamado contra la pereza, contra la falta de voluntad de las personas, de los trabajadores; se intenta cambiar esa actitud pasiva, esa falta de carácter, de atención, de ganas de hacer las cosas. Las obligaciones de los hombres, de los trabajadores son simples y no necesitan de preguntas y excusas sin sentido; el deber se hace o no, para el mundo el mediocre y el que no cumple pierden, son apartados por la ley de supervivencia del más fuerte, a menos que cambien su actitud y se conviertan en personas vigorosas, que saben recibir y dar órdenes, que hacen las cosas que tienen que hacer, que tiene iniciativa, que se ganan el sueldo bien ganado con trabajo duro, porque esas son las personas que triunfan en el mundo. Claro que los ricos, los de mejor condición también tienen que moverse, trabajar y dar ejemplo. Muchas veces la antigüedad será reemplazada por la actitud e iniciativa de las personas jóvenes mentalmente que no sean deformes moralmente. Es una reflexión amplia de lo que somos la mayoría de las personas. Pretendemos que todo nos llegue a las manos, que todo nos lo den nuestros padres o el Gobierno. Con lo anterior observamos claramente que no somos capaces de confiar en nuestras capacidades para salir adelante, es decir luchar con nuestros propios medios para salir adelante y lograr nuestras metas. Para subir los peldaños del éxito hay que trabajar, cansarse, fatigarse, tratar de no descender. Nosotros como personas debemos comenzar los cambios por iniciativa propia, no debemos esperar que los demás hagan las cosas por nosotros. Si todos pensamos y actuamos de esta manera seguro se dará un cambio generalizado para bienestar de todos.
La palabra imposible solo existe en las mentes de los incapaces.